martes, 15 de junio de 2010

Antes de volverme gigante (Marina Colasanti)

Cuando yo era chica
los corredores eran largos
las mesas altas
las camas enormes.
La cuchara no cabía
en mi boca
y el tazón de sopa
era siempre más hondo
que el hambre.
Cuando yo era chica
sólo gigantes vivían
allá en casa.
Menos mi hermano y yo
que éramos gente grande
venida de Lilliput

para borrar huellas (Natalia Litvinova)

haré polvo de tus huesos
los sepultaré bajo la lluvia
niños inocentes saltarán sobre vos
pájaros lavarán sus plumas
con tus pulmones
y nunca más
podré distinguir
tu rostro
de tus siguientes
rostros

jueves, 3 de junio de 2010

Malo (Bebe)

Continuidad de los parques (Julio Cortázar)


Había empezado a leer la novela unos días antes. La abandonó por negocios urgentes, volvió a abrirla cuando regresaba en tren a la finca; se dejaba interesar lentamente por la trama, por el dibujo de los personajes. Esa tarde, después de escribir una carta a su apoderado y discutir con el mayordomo una cuestión de aparcerías, volvió al libro en la tranquilidad del estudio que miraba hacia el parque de los robles. Arrellanado en su sillón favorito, de espaldas a la puerta que lo hubiera molestado como una irritante posibilidad de intrusiones, dejó que su mano izquierda acariciara una y otra vez el terciopelo verde y se puso a leer los últimos capítulos. Su memoria retenía sin esfuerzo los nombres y las imágenes de los protagonistas; la ilusión novelesca lo ganó casi en seguida. Gozaba del placer casi perverso de irse desgajando línea a línea de lo que lo rodeaba, y sentir a la vez que su cabeza descansaba cómodamente en el terciopelo del alto respaldo, que los cigarrillos seguían al alcance de la mano, que más allá de los ventanales danzaba el aire del atardecer bajo los robles. Palabra a palabra, absorbido por la sórdida disyuntiva de los héroes, dejándose ir hacia las imágenes que se concertaban y adquirían color y movimiento, fue testigo del último encuentro en la cabaña del monte. Primero entraba la mujer, recelosa; ahora llegaba el amante, lastimada la cara por el chicotazo de una rama. Admirablemente restañaba ella la sangre con sus besos, pero él rechazaba las caricias, no había venido para repetir las ceremonias de una pasión secreta, protegida por un mundo de hojas secas y senderos furtivos. El puñal se entibiaba contra su pecho, y debajo latía la libertad agazapada. Un diálogo anhelante corría por las páginas como un arroyo de serpientes, y se sentía que todo estaba decidido desde siempre. Hasta esas caricias que enredaban el cuerpo del amante como queriendo retenerlo y disuadirlo, dibujaban abominablemente la figura de otro cuerpo que era necesario destruir. Nada había sido olvidado: coartadas, azares, posibles errores. A partir de esa hora cada instante tenía su empleo minuciosamente atribuido. El doble repaso despiadado se interrumpía apenas para que una mano acariciara una mejilla. Empezaba a anochecer.

Sin mirarse ya, atados rígidamente a la tarea que los esperaba, se separaron en la puerta de la cabaña. Ella debía seguir por la senda que iba al norte. Desde la senda opuesta él se volvió un instante para verla correr con el pelo suelto. Corrió a su vez, parapetándose en los árboles y los setos, hasta distinguir en la bruma malva del crepúsculo la alameda que llevaba a la casa. Los perros no debían ladrar, y no ladraron. El mayordomo no estaría a esa hora, y no estaba. Subió los tres peldaños del porche y entró. Desde la sangre galopando en sus oídos le llegaban las palabras de la mujer: primero una sala azul, después una galería, una escalera alfombrada. En lo alto, dos puertas. Nadie en la primera habitación, nadie en la segunda. La puerta del salón, y entonces el puñal en la mano, la luz de los ventanales, el alto respaldo de un sillón de terciopelo verde, la cabeza del hombre en el sillón leyendo una novela.

Declaraciones de la señorita Ruby!

Declaración exclusiva: habla la Ex de Pedro!

miércoles, 19 de mayo de 2010

martes, 18 de mayo de 2010

El último caso del inspector (Luis Rogelio Nogueras)


El lugar del crimen
no es aún el lugar del crimen:
es sólo un cuarto en penumbras
donde dos sombras desnudas se besan.

El asesino
no es aún el asesino:
es sólo un hombre cansado
que va llegando a su casa un día antes de lo previsto,
después de un largo viaje.

La víctima
no es aún la víctima:
es sólo una mujer ardiendo
en otros brazos.

El testigo de excepción
no es aún el testigo de excepción:
es sólo un inspector osado
que goza de la mujer del prójimo
sobre el lecho del prójimo.

El arma del crimen
no es aún el arma del crimen:
es sólo una lámpara de bronce apagada,
tranquila, inocente
sobre una mesa de caoba.

martes, 11 de mayo de 2010

Improvisación teatral: Las novias de Pedro


A partir del juego de las letras del abecedario surgió nuestra primera improvisación

"Las novias de Pedro"

¿descubrirá la jueza a la asesina??

¿será eficaz la coartada de las secretarias? ¿y la de las compañeras de tenis??

¿conseguirá la ex esposa dinero para volver a los shoppings?

¿encontrará consuelo la pobre novia?

¿estaba Axl Rose invitado a cantar en la boda?

todo esto y mucho más el martes, a la misma hora y en el mismo piso

jajajajja

martes, 27 de abril de 2010

lunes, 26 de abril de 2010

martes, 20 de abril de 2010

que veo en las manchas...



en el quinto piso



Bendición de Dragón (Gustavo Roldán)


Que las lluvias que te mojen sean suaves y cálidas.

Que el viento llego lleno del perfume de las flores.

Que los ríos te sean propicios y corran por el lado que quieras navegar.

Que las nubes cubran el sol cuando estés solo en el desierto.

Que los desiertos se llenen de árboles cuando los quieras atravesar. O que encuentres esas plantas mágicas que guardan en su raíz el agua que hace falta.

Que el Frío y la nieve lleguen cuando estés en una cueva tibia.

Que nunca te falte el fuego.

Que nunca te falte el amor.

Tal vez el fuego se pueda prender.

Tal vez el agua pueda caer del cielo.

Pero si te falta el amor, no hay agua ni fuego que alcancen para seguir viviendo.

en las manchas se ocultan dragones



taller de educación por el arte en el liceo 1